En esta obra de pintura al temple sobre madera encontramos personajes pensativos, buscando los caminos de sus destinos que pueden ser muy diversos. Los senderos a veces les conducen por sí solos, a veces son laberínticos, a veces estrambóticos o aburridos.
El uso del laberinto en esta obra es más bien original, todo menos estereotípico.
La atmósfera, aunque serena, tiene cierta tensión que conduce a reflexionar.

Los colores rojos luminosos, debidos a las capas sútiles de la pintura al temple, representan las emociones intensas.
Intrigada por los colores magistrales y la virtuosa técnica en la obra del Bosco la artista copia fragmentos ampliados del Jardín de las Delicias.  Los escoge en función de los colores que en este momento son objeto de sus estudios picturales.

El Bosco observaba el ser humano desde sus orígines hasta su destino final. Sus paisajes, animales y personajes, todos están sujetos al baile estrambótico del destino.

“caminante no hay camino
 se hace el camino al andar”
                                                                       Antonio Machado